Este atemorizante bicho, a juzgar por su aspecto, no sólo es inofensivo para el humano, sino que hace una labor muy útil para él.
De color amarillo ocre y tres franjas oscuras en su dorso, este bicho de entre 1 y 5 centímetros y hasta quince pares de largas patas (también con franjas oscuras), llega a alcanzar los catorce kilómetros por hora, y es capaz de matar a sus víctimas saltando sobre ellas (en un microsalto), y usando su primer par de patas a modo de colmillos inyectores de veneno; pero no nos asustemos, que apenas podrían atravesar la piel humana, y su picadura no pasaría de unos molestos puntitos rojos (como los mosquitos). Y no, no muerden, porque no tienen mandíbula (sí tienen boca). Aun así, huyen del humano, pues están muy acostumbrados a su presencia y sabe cómo se las gasta con la zapatilla.
Tienen ojos (compuestos), pero son sus antenas las que reportan toda la información necesaria, pues le sirven de tacto y olfato. Usan ingeniosos sistemas defensivos, como la posibilidad de desprenderse de las patas en caso de verse atrapadas por ellas, o que las patas traseras hayan evolucionado tomando la misma forma que las antenas para que su aspecto sea casi simétrico (fenómeno llamado automimetismo) y así despistar a sus depredadores.
Es originario de la cuenca del Mediterráneo, y ha sido introducido en el continente americano. También hay reportes de su presencia en Australia. Su hábitat se limita, principalmente, a zonas cálidas, húmedas y oscuras, como hemos podido comprobar en las ermitas y construcciones de campo, o en los cuartos de baño, cocinas y sótanos de las ciudades. Esto no es capricho: es el perfecto lugar de cría para otras especies de las que se alimenta el ciempiés, haciendo una importante labor de limpieza y control de plagas: pececillos de plata, hormigas, chinches, arañas, cucarachas, escarabajos... También cazan vertebrados de pequeño tamaño, como serpientes, sapos o ratoncillos. Además, son grandes escaladores y pueden permanecer bocabajo, así que es el aliado perfecto de la casa: alcanzan cualquier rincón.
Se ven más en primavera porque es cuando nacen, pero son discretos y huidizos. Ya decimos que prefieren no acercarse al humano. Si los tienes por casa, te harán un favor, y si no los quieres, entonces no tengas zonas húmedas, sella bien todas las grietas y asegúrate de no tener otro tipo de bichos por los que puedan sentirse atraídos.
Como curiosidad, saber que mudan de piel varias veces durante su vida (de hasta siete años), y que en cada muda ganan pares de patas. Así que, a menos patas, más joven es el bicho. También es curioso saber que, aunque este bicho está segmentado, las placas de su 'carcasa' no coinciden con la segmentación del cuerpo, así está condenado a la rigidez. Muy peculiar es su modo de reproducción y el instinto protector de ambos (macho y hembra).
Recomendamos encarecidamente leer un poco más sobre estos bichos en Wikipedia, pulsando aquí.
¡Ah! NO SON INSECTOS: en este caso, son quilópodos (filo de los artrópodos y subfilo de los miriápodos), y hay grandes diferencias entre los ciempiés y milpiés. Aquí te las contamos.
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