La labor de este peculiar religioso ha sido condicionante para el pueblo de Fuenterroble de Salvatierra. Tras la rehabilitación de la casa parroquial (además de las posteriores ampliaciones), como hemos comentado en la entrada correspondiente sobre el albergue, llevó a cabo la restauración de la preciosa iglesia Santa María La Blanca, que data del siglo XV (siempre con la ayuda de trabajadores voluntarios). Luego llegó el museo. Es profesor de geografía y religión en varios cursos del instituto de Guijuelo. Y no un profesor cualquiera: antes de cada clase, dedica unos minutos a hablar a sus alumnos. A motivarles. A hacerles sentir únicos e importantes. Más allá de educar, ofrece potentes herramientas que moldean personas. Es de esos profesores que recordarás cariñosamente durante tu vida. Agradecerás haberle escuchado.
También dirige el internado de Armenteros, tratando de recuperar la desastrosa gestión económica heredada y sirviendo de ayuda a varias decenas de estudiantes que aquí encuentran, quizá, su mayor oportunidad de futuro (cuando no la única). También acompaña y sirve a los mayores en las tres residencias de ancianos de Beleña. Sin descuidar sus labores pastorales, claro: la joven pareja que va a casarse dentro de poco (o de mucho, pero quieren tenerlo todo previsto); el bautizo de la nieta de la señora Aurelina; los estudiantes que hacen penitencia; la peregrinación de Semana Santa; las conversaciones espirituales con los peregrinos. Y ¿quién da la misa? Por supuesto, no sólo en este pueblo: el padre Blas nos cuenta que ha llegado a las ocho misas en un mismo día, lo que da lugar a curiosas anécdotas como las que transcribe José Almeida en la revista "El espíritu de Santi" (publicación mensual de especial interés para el preregrino). Con todo, cada noche regresa a su casa-albergue, y si queda algún plato en la pila, todavía lo friega. Quizá tenga que preparar el desayuno para los peregrinos que marcharán al día siguiente, si no está ya preparado o no es suficientemente abundante: mientras haya, se da.
El padre Blas es de casa. Pudiendo estar allí arriba (que pudo), escogió la cercanía del pueblo. De los que, de otra manera, hubieran quedado aislados. Te dice la misa a ti, y de una manera que la entiendes y la recuerdas. Te habla con pasión y verdad, siendo ejemplo de lo que predica. Inteligente y perspicaz. Culto, desde luego. No todos los teólogos aman la historia y la cuentan con grandes dotes interpretativas (¿os he contado que cada año escribe el guión de la obra de teatro?). Entrada la madrugada, saca tiempo para leer la prensa (si no tiene que corregir exámenes). Habla de filosofía, de las barbaridades que ha escrito ese, o critica a los que manejan las instituciones (también las eclesiásticas). Desde el respeto dice verdades. Las cosas, como son. También habla contigo y quiere saber cómo ha sido tu día. Y mañana será de los primeros en levantarse, porque antes de ir a clase, seguro que tiene que acercar a alguien en coche hasta Guijuelo, si no hasta Salamanca. Parece que no le cuesta, porque el buen humor no te deja distinguir si es paciencia, resignación o puro amor al prójimo.
En cualquier caso, este sí: el padre Blas Rodríguez, ES Iglesia.
Para aquellos que quieran conocer más sobre su vida, o simplemente, recordarle, en Youtube puede encontrarse un completo reportaje que grabó Televisión Castilla y León. Mientras dure el enlace, lo encontraréis aquí.
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